Corría 1918 y la Gran Guerra tocaba a su fin. Frances Griffith, una niña francesa de 11 años, envía a su amiga Johanna una carta que incluye una fotografía donde se observa a la muchacha al pie de un arroyo en Cottingley (Bradford, Yorkshire), junto a unas hadas. La joven explicaba con naturalidad como las hadas se habían hecho amigas de su prima Elsie y de ella. ¿Qué había ocurrido?
En Julio, el padre de Frances, Arthur Wright, prestó una cámara fotográfica a las dos niñas para que hiciesen unas cuantas fotos junto al arroyo. Cuando el señor Arthur se dispuso a revelar las placas esa misma noche, observó unas extrañas manchas blancas en el clisé. Aunque Frances aseguró que eran hadas, su padre pensó que serían pájaros o papeles arrastrados por el viento.
Sin embargo, nuevas fotos de duendes llegaron en Agosto, y Arthur prohibió a las niñas usar la cámara. Arthur y su esposa, Polly buscaron sin éxito pruebas de la falsificación de las muchachas.
El verano siguiente Polly, quien estaba interesada en el ocultismo, acudió a una reunión de la Sociedad de Teosofía de Bradford. Fue entonces cuando las copias de las fotografías con las hadas empezaron a circular. Llegaron a manos de Edward Gardner un miembro prominente de la Sociedad, quien distribuyó las fotografías a la prensa.
Arthur Conan Doyle -también miembro de la Sociedad- preparaba un artículo sobre hadas para el Strand Magazine, cuando oyó hablar de las fotografías de Cottingley por primera vez. Doyle se implicó de inmediato en el asunto. A pesar de las opiniones a favor de que todo estaba amañado (provenientes de Kodak y de muchos otros fotógrafos profesionales), Arthur tomó por bandera el misterio de las hadas -apoyado por Gardener y alentado por Houdini-, llegando a realizar un viaje a Australia para llevar allí la reveladora noticia.
En 1920 prestó a Elsie y Frances una cámara para que tomasen nuevas fotografías. Conan Doyle pretendía hacer callar la multitud de voces que se habían levantado en su contra, e ilustrar su artículo para el Strand Magazine con nuevas instantáneas de las hadas.
Cuando, en noviembre, apareció dicho artículo con más fotografías, el número del Strand se agotó en cuestión de horas. Las voces clamaron y la opinión se dividió entre aquellos que creían en la veracidad de las imágenes, aquellos que alababan la calidad de las falsificaciones, y aquellos inflamados por la ira. Se llegó a acusar a Doyle de “pervertir el espíritu de los niños con semejantes disparates”. La figura de las hadas era plana, demasiado brillante, y las criaturas lucían un moderno peinado parisino nada acorde a lo que se conocía acerca de estos seres feéricos. Sin embargo, Doyle y Gardener seguían con sus creencias.
Muchos años después, en 1982, unas ancianas Elise y Frances confesaron que todo había sido un engaño. Lo que comenzó como una broma con dibujos recortados (extraídos de un libro de cuentos de Claude Shepperson), tuvieron que llevarlo adelante al observar que los adultos lo tomaban en serio. Frances Griffith insistió toda su vida que, aunque las fotografías eran falsas (¡todas menos una!), ella sí vio las hadas. Quien vemos en la foto es a Elise en el año 1976, dibujando un hada precisamente.
De todos modos, Conan Doyle en su libro "El Misterio de las Hadas", cubre esta historia con mucho misterio y a su vez con enorme candidez, logrando una obra que nunca fue superada en su género y que además entusiasma al lector hasta nuestros días.
Un film, donde el excelente actor Peter O'Toole hace de Conan Doyle, también ilustra esta historia fantástica. Si tienen un poco de curiosidad al entrar en el link de la ciudad de Cottingley, aún en la actualidad, verán en un recuadro al costado también la historia del misterio de las Hadas, con lo cual, la ciudad turísticamente quedó marcada por siempre a continuar con esta hermosa confabulación.
Hadas, duendes, gnomos, seres misteriosos y extraños todos juntos están convocados a ceder sus encantos para que este 2008 que se inicia sea mágico y maravilloso para todos ustedes. ¡Feliz año mis amigos!